Para nadie es un secreto que cada día estamos un poco más “viejitos”, pero quien dijo que eso es malo? Se tienen muchos conceptos errados de lo que es la vejez: que se está enfermo, que no puede hacer nada, que ya no es útil en la sociedad, etc.
Nada más alejado de la realidad que esas afirmaciones.
Las células del cuerpo efectivamente van disminuyendo en tamaño y calidad al pasar los años, pero este no es el único factor condicionante, porque existen muchos “jóvenes” que casi no se mueven y tienen un estado de salud pésimo, así como “viejos” con más vitalidad y estado físico que uno de 20.
Entonces ¿Qué marca la diferencia? En crear hábitos saludables para el cuerpo y la mente, y aunque aquí influye obviamente otros aspectos como la alimentación, el estado anímico, el acompañamiento de la familia, me centraré en el aspecto físico únicamente.
Partamos de la premisa que lo que no se mueve, se atrofia. Es necesario involucrar hábitos físicos saludables diariamente, para no perder masa muscular.
Un hábito es un acto repetitivo, no puede ser cada vez que me acuerde o cada vez que me duela. Debe ser diario. Y la clave de todo este proceso es la consciencia.
Desde el momento que abrimos los ojos, alargar o estirar todo el cuerpo en la cama involucrando diferentes planos de movimiento. Hacer ejercicios conscientes de media a una hora, que involucren la mayor cantidad de movimientos y en diferentes posiciones: boca arriba, boca abajo, de pie, en 4 apoyos, sentado. No pasar mas de media hora en una sola posición.
Los objetivos que se pueden lograr son fundamentalmente mantener los rangos de las articulaciones, mejorar la fuerza y resistencia muscular, optimizar el sistema cardiovascular, mejorar el equilibrio y la postura, entre otros.
Si hacemos un uso adecuado del cuerpo, es una poderosa y compleja maquina diseñada para sernos útil muchos años, así que a hacer conscientes nuestros movimientos que es el mejor fortalecimiento muscular y nuestra mejor herramienta para un proceso de envejecimiento saludable.